lunes, 13 de junio de 2011

CAPÍTULO IV "LA GRAN PIEDRA"

Sarita, aún camuflada, siguió a los guardias que llevaban a su familia y al resto de personas a lo largo de un camino que conducía hasta un enorme castillo.

Por el camino su familia y todos los demás empezaron a convertirse en hombres rana. Primero comenzaron a ponerse azules, después amarillos y por fin verde pistacho, la piel se volvió áspera y aparecieron las primeras escamas. Luego, sus ojos empezaron a hacerse grandes, saltones y se pusieron de un color rojo viscoso. Después, los dedos de sus manos se volvieron planas y sus dedos se juntaron formando unas enormes ancas. Al final del cambio se sentían muy ágiles y con unas terribles ganas de comer moscas.

Sarita, todavía sorprendida, vio que uno de los guardias tenía las llaves con las que había cerrado la prisión y pensó que debía ser valiente y actuar cuanto antes si quería ayudarles. Al poco tiempo ya tenía un plan; primero robaría la piedra azul que parecía que era la que mantenía a todas las personas bajo un hechizo y después conseguiría las llaves para liberarles.

Robar la piedra fue fácil porque el rey, a pesar de parecer muy fuerte y poderoso, pasaba la mayor parte del tiempo dormido y el resto de los guardias estaban muy ocupados con los nuevos prisioneros para darse cuenta de su presencia.

Cuando Sarita consiguió quitar la piedra azul del lugar que ocupaba en la gran explanada, se produjo un enorme destello azul, como una explosión brillante que se extendió por toda la ciudad y todos volvieron a recuperar su forma. Los hombres rana de la ciudad volvieron a ser ranas y los prisioneros volvieron a adquirir su forma humana.

Aprovechando que ahora el guardia era una rana, Sarita recuperó las llaves, liberó a todos y corrió a abrazar a su familia. Después todos juntos volvieron al pueblo y decidieron destruir la piedra azul para evitar que se  repitiera el hechizo. Todos creyeron oportuno que fuera Sarita, que había demostrado ser muy valiente, quien se encargara de romper la piedra, pero ella quiso que su hermano Colás, y sus amigos, Martín y Gustavo, le ayudaran a hacerlo. De este modo, esa fue la primera cosa que Sarita pudo hacer con su hermano mayor, pero ya no sería la última, pues se había ganado el respeto de todos.

martes, 24 de mayo de 2011

CAPITULO III "LA CARA OCULTA DE LOS HOMBRES RANA"


Sarita era una niña bajita, morena, de ojos marrones, saltones y con cara de traviesa. Solía esconderse para espiar a su hermano cuando jugaba con sus amigos ya que ella soñaba con formar parte de su pandilla, pero Colás era muy orgulloso y no compartía ni sus juegos ni a sus amigos con ella. Siempre le decía: - Cuando dejes de ser una "renacuaja" jugarás con nosotros. Aquellas palabras le hacían sentir mucha rabia, pero aún así allí estaba ella, buscándolo desesperdamente y metida en una buena aventura.
Cuando Sarita se quiso dar cuenta estaba en lo que podríamos llamar la Acrópolis de los hombres rana. Tuvo que pegarse bien a la pared para no ser vista por una patrulla que pasó muy cerca y en ese momento pensó que la mejor manera de pasar inadvertida sería cubrirse toda de musgo.
Una vez camuflada consiguió desplazarse por aquella extraña ciudad hasta que llegó al centro de una explanada donde descubrió una enorme piedra preciosa de color azul que lo iluminaba todo. Frente a ella, de espaldas estaba sentado un ser de color verde con una corona brillante, el rey hombre rana. Parecía hipnotizado por aquella piedra preciosa. En es mismo momento aparecieron unos soldados arrastrando la jaula en la que estaban encerrados Colás, Gustavo y Martín, pero ahora iban acompañados del resto de la familia que también habían sido atrapados.

lunes, 9 de mayo de 2011

CAPÍTULO II "LA GUARIDA"

Al llegar junto al estanque, Rosalía, la madre de Colás, se cayó dentro y descubrió que se podía respirar bajo aquel agua. Los demás decidieron acompañarla, y nadando y nadando encontraron un pasadizo que conducía a la guarida de los hombres rana, aunque ni siquiera podían sospechar que existieran.

La guarida era una cueva tenebrosa. Era grande, rocosa, con mucho musgo, oscura y con aguas subterráneas. Había todo tipo de armas, jaulas grandes y pequeñas hechas de roca, hierro y musgo, y varias vitrinas con pócimas de todo tipo. Pero lo que más impresionaba era el alto techo lleno de pinchos rocosos y afilados.
Algunas de las jaulas estaban vacías, pero en otras encontraron personas encerradas. Entre ellas estaban Colás, Martín y Gustavo. Mientras intentaban liberar a las personas, éstas les iban contando sus extrañas desapariciones ocurridas durante sus paseos o acampadas en el bosque. Todos hablaban de extraños seres mitad hombres mitad rana.

Al dirigirse hacia lo que parecía ser una salida, Sarita se tropezó con una roca que sobresalía de la pared. Y ¡zas! La pared giró y Sarita desapareció tras ella...

domingo, 10 de abril de 2011

CAPÍTULO I "COLÁS HA DESAPARECIDO"

En casa de Colás estaban muy preocupados.
Hacía tres horas que estaban esperando que volviera de acampada.
Se había ido con sus amigos Martín y Gustavo por la mañana a probar la tienda de campaña y a las siete de la tarde ya debían haber vuelto a casa.
El bosque al que se habían ido era de su tía Maricastaña y era muy tranquilo, por eso sus padres les dejaron ir, aunque sólo tenían nueve años.
Rosalía y Germán eran los padres de Colás y Sarita la hermana pequeña. Estuvieron esperando hasta que llamaron a la policía para que les ayudaran a buscarlos.
Pero no sabían que los niños no podían volver porque se habían perdido misteriosamente. El camino que volvía al pueblo había cambiado y le llevaba a la guarida de los hombres rana. Si entraban allí se convertirían en niños rana, que en los días normales parecían niños y en las noches de luna llena se convertirían en ranas.
Se juntaron en el bosque las familias de Colás, de Martín y de Gustavo con la policía, pero sólo encontraron sus huellas cerca del estanque porque allí desaparecían...